Cómo ir a Bilbao, perder una liga y volver con una huelga de taxis (día 6)

Posted: sábado, mayo 13, 2006 by Cum on feel the noise in
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Viernes 7 de abril.

Un día de 41 horas

Dormí tranquilo y me desperté con la idea de transcribir las entrevistas en casa, ir al periódico a completar el reportaje (era mi día libre).

13.30 horas (más o menos), suena el teléfono y me dicen, “soy Lola, la secretaria del director, te llamo para decirte que esta tarde te darán el código del billete de avión y que sólo falta por asegurar la reserva del hotel”.


Histeria.
Solo en casa, pasé del estado momentáneo de shock al de histeria. No me lo podía creer. ¡ME IBA COMO PERIODISTA! Como hacían mis compañeros los fines de semana, ahora yo podría decir que estaba un poco más cerca de ellos, como los que viven las noticias de primera mano. Llamadas telefónicas a Carmen, Ismael y Horacio y entrevista sin transcribir.

Vuelven mis padres de trabajar (sobre las 15.30), y suelto la bomba: ¡Papá, mamá, me voy a Bilbao en avión mañana por la mañana!

Mi padre, hombre cabal (y ya avisado) me dijo que le explicara cómo se había arreglado todo, y tras hacerlo, me dio las recomendaciones habituales. Pero mi madre, eso era otro cantar. Paralizada se quedó ella en cuanto lo supo.

Su hijo, que había ido de excursión con el instituto a las Islas Canarias y a Granada y poco más, iba a hacer más de 1.600 kilómetros en día y medio para irse al otro punto del país a cubrir un partido de fútbol femenino.

Menos mal que me tenía que ir rápido al periódico y ella asumió la situación (no sin antes convencerla del paso que suponía para mí como aspirante a periodista, gracias papá por tirar de psicología).

17.30 horas (Llegada al periódico).
Hay que escribir una página y arreglarlo todo. Ismael me presenta su portátil, lo configuro adecuadamente y tras un par de pruebas del software paso a las entrevistas. Tocaba ahora solicitar vía fax una acreditación al jefe de prensa del Athletic para evitar cualquier tipo de problema en Lezama (localidad donde está ubicada la ciudad deportiva del club y nombre de la misma).

Por fin, las entrevistas, el trabajo de transcripción es pesado (y más cuando hay un ruido ensordecedor a tu lado) y no paro de escuchar la grabación de ambas, y para cuando están casi terminadas, hago un parón para descansar.

Sobre las 19 horas llega la segunda bomba del día.
Pepe (mi jefe) me dice: “Lolo (mi nombre de guerra periodístico), no hay avión, pero sí hotel. Ve a Bilbao como lo tenías pensado y ya veremos cómo arreglamos esto para que te den al menos una ayuda para el viaje”. La locura.

Ismael vuelve a ocupar su papel de santo paciente y me escucha bramar contra el mundo en general y mi mala suerte y Polanco en particular. Había que organizar un itinerario de locura. Al menos contaba con los datos recopilados días atrás, pero había un factor fundamental: las reservas de trenes no se pueden hacer con más de 48 horas de antelación ¡y me tenía que ir el día siguiente!Ismael me dio varias indicaciones sobre Madrid y consulté algunos horarios.

Con el corazón rozando la taquicardia, una página del periódico del día siguiente en blanco y la operadora del teléfono de atención al cliente de RENFE no me quería hacer caso. Al siguiente intento hubo éxito, había horarios pero no billetes. Tenía que comprarlos in situ. Itinerario: Sevilla-Madrid vía TALGO (9.45-13.00), Madrid-Bilbao en autobús (dura 4 horas 40 minutos el viaje aproximadamente), Bilbao-Madrid también en autobús y Madrid-Sevilla en AVE (el último salía a las 22 horas de Atocha). Oficialmente todo el viaje era el tren, si les digo a mis padres que la ineptitud del periódico evitó el viaje en avión pagado y lo convirtió en otro sufragado por mí y en esas condiciones (sin saber si tendría billetes para cada trayecto), una de dos, o les daba un síncope o me despedía de mi rocambolesca aventura.

Con una ligera idea de lo que iba a hacer, paso a centrarme en la página. He perdido la noción del tiempo, pero la ídem se completa (22.00 horas aproximadamente). Horacio se gana un puesto en los altares y la canonización una vez más (él será el culpable de gran parte de todo lo buen periodista que llegue a ser) ayudándome con la maqueta y la corrección del reportaje, que no obstante, no pasa el filtro de don José.


Se acercaban las 23 horas, y con el repotaje hecho, faltaba SÓLO hacer una maqueta para la previa a una página que escribiría del partido (la habría hecho el mismo viernes hubiera tenido tiempo) y recopilar la información sobre el Athletic que no podría consultar en mi propia casa (Nota del Autor: seguía sin conexión a internet).

23.45 horas (Maqueta hecha e información recogida) ...y el último autobús que salía de Sevilla al pueblo en que vivo lo hacía a las 12 de la noche.

Después de toda una tarde, ahora tenía el tiempo justo para que Horacio me sacara del periódico (como tantas otras veces), y pudiera hacer una parada en un cajero para sacar dinero suficiente para el viaje y llegara a la estación.

Objetivo conseguido
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